Despertando a la realidad
Como la mayoría de las veces, ni siquiera fue consciente de la realidad. Empezó a pasar mucho antes de que los hechos delatasen sus intenciones, mucho antes de que dejase de pasar... mucho, muchisimo antes de que ella escribiese la primera línea... y al final, cuando no quedaba ni un suspiro que exhalar... supo que todo lo que había hecho, todo lo que nunca hizo, había tenido un único destino. Ese era su final. Y se resignó porque comprendió que el destino es el más mortal de los enemigos, que puede crear imposibles y terminar con cualquier sueño. Se rindió ante la evidencia, cedió a las circustancias... y, soltando el bolígrafo sobre la mesa de cristal, aceptó que quizás nunca fue quién pensaba, que solo había jugado a los disfraces con la suerte de su mano, que ya era hora de enfrentarse a la realidad sin ropa, sin mentiras... y aceptar que no era, que nunca sería lo que siempre había soñado ser...
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