Porque toda nuestra vida no es más que este momento
Tú duerme, sabes que me gusta verte dormir. No quiero que te preocupes del mañana, no deseo que recuerdes el ayer. Todo lo que nos incumbe descansa entre estas sábanas arrugadas, entre tus pies fríos y mis manos calientes. Y, si me abrazas esta noche, todo lo demás no será más que aire.
Duérmete en mí como si yo nunca hubiese dejado de pertenecerte. Méceme en la cuna de tus pensamientos y vuelve a tiempo para recuperarme. No me dejes darme por vencida, no te rindas. Y, si aún te quedan fuerzas, sóplame con todas tus ganas... hasta que mis preocupaciones se desvanezcan... hasta que tú y yo nos quedemos solos en este colchón de sueños que poco a poco hemos ido amoldando a nuestras ilusiones.
Mírame con los ojos cerrados, como si pudieras verme... como si ni la oscuridad ni la Luna fuesen capaces de atraparnos hoy. Y yo encontraré mi refugio en el envoltorio que forma tu cuerpo contra el mío, sé perfectamente que el tuyo se ahoga entre los latidos de mi corazón y los silencios que fijo a propósito. Te dejo con la duda de saber si hoy dormiré pensando en ti. No confieso por no caer vencida ante ti... pero sé que sabes que todo lo que alguna vez he podido ser, te lo debo a ti.
No dejemos que los fantasmas del día a día se cuelen por la ventana de la habitación. Juntos de la mano podremos mantener este techo firme, el suelo en su sitio y las ganas intactas. No me prometas futuros que no se mantienen en pie. Prométeme, si quieres, que me amarás toda la vida... porque toda nuestra vida, no es más que este momento. Toda la vida que me queda somos tú y yo arropados, abrazados y solos. Y mañana quizás amanezca o tal vez permanezcamos dormidos en este sueño que nos contiene sin entendernos.
0 comentarios