Una de princesas
Y es que la han enseñado bien. Sabe que si se pinta los labios de rojo, se pone el vestidito negro y los tacones más altos que tiene, resulta irresistible para los ojos de cualquier príncipe que se quedó en sapo. Porque, aunque se haga la tonta, sabe que es un arma de seducción masiva, creada por todas aquellas princesitas de cuento que perdieron sus finales felices en partidas de póquer contra las brujas malvadas. Porque aunque todas esas princesas ahora saben que están mucho mejor sin esos intentos de príncipes, a todas nos gusta torturar un poquito a las brujas. No vamos a negarlo todas tenemos una pequeña zorra por dentro...
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